Desde hacía tiempo los ciudadanos común y corrientes reclamaban ser escuchados por los medios de comunicación, muchos protestaban porque solamente se publicaban los comentarios o las opiniones de los personajes influyentes de la sociedad, entre ellos políticos, empresarios, cantantes, abogados, ricos, etc, etc, etc.
Concientes de la necesidad de crear espacios para que todos tuvieran el derecho de opinar, algunos periódicos crearon timidamente secciones exclusivas para publicar cartas de los lectores, estos espacios tuvieron un control de contenido y solamente se publicaban las cartas que no afectaban a la empresa periodística ni a los anunciantes.
Luego las emisoras fueron abriendo espacios para escuchar al público, pero con el cuidado de que no ofendieran a los demás oyentes, ni los agradiera con malas palabras, injurias o calumnias; el que se pasaba era cortado (o es sacado del aire).
Pero hace unos pocos años llegó la era de la Internet y luego de su penetración en todos los rincones del mundo, se convirtió en un potente medio de comunicación. Ante este panorama revistas, periódicos, emisoras e incluso canales de TV abrieron espacios para escuchar las opiniones de su público.
Todo estaba bien hasta que a algún desadaptado, reprimido se le ocurrió comenzar a enviar ofensas, malas palabras, insultos que han afectado de manera negativa a muchas personas.
Este fin de semana fui testigo de esa brutalidad y violencia que se ejerce en los espacios de opinión para los lectores: el primero fue en la Revista Semana en donde los comentarios sobre la entrevista a un sindicado narcotraficante, generó que muchos trataran al Presidente de Colombia de la forma más brutal, sin respetar su condición de Primer mandatario de un país, ni mucho menos la de ciudadano colombiano.
Concientes de la necesidad de crear espacios para que todos tuvieran el derecho de opinar, algunos periódicos crearon timidamente secciones exclusivas para publicar cartas de los lectores, estos espacios tuvieron un control de contenido y solamente se publicaban las cartas que no afectaban a la empresa periodística ni a los anunciantes.
Luego las emisoras fueron abriendo espacios para escuchar al público, pero con el cuidado de que no ofendieran a los demás oyentes, ni los agradiera con malas palabras, injurias o calumnias; el que se pasaba era cortado (o es sacado del aire).
Pero hace unos pocos años llegó la era de la Internet y luego de su penetración en todos los rincones del mundo, se convirtió en un potente medio de comunicación. Ante este panorama revistas, periódicos, emisoras e incluso canales de TV abrieron espacios para escuchar las opiniones de su público.
Todo estaba bien hasta que a algún desadaptado, reprimido se le ocurrió comenzar a enviar ofensas, malas palabras, insultos que han afectado de manera negativa a muchas personas.
Este fin de semana fui testigo de esa brutalidad y violencia que se ejerce en los espacios de opinión para los lectores: el primero fue en la Revista Semana en donde los comentarios sobre la entrevista a un sindicado narcotraficante, generó que muchos trataran al Presidente de Colombia de la forma más brutal, sin respetar su condición de Primer mandatario de un país, ni mucho menos la de ciudadano colombiano.
La otra barbaridad la leí en los comentarios desalmados, mal intensionados y sínicos, que se publicaron a raíz del artículo escrito en el diario Vanguardia Liberal sobre la muerte del Señor Armando Puyana.
La revista semana ya puso en marcha un reglamento para sacar del aire los comentarios malignos que no aportan nada y si hacen mucho daño. ojalá Vanguardia y muchos otros hagan lo mismo para evitar que estas personas resentidas sigan con sus groserías y ofensas no solo a los protagonistas de la noticia sino a los demás lectores.
Espero se tenga en cuenta esta humilde opinión, chao C. A. B.
La revista semana ya puso en marcha un reglamento para sacar del aire los comentarios malignos que no aportan nada y si hacen mucho daño. ojalá Vanguardia y muchos otros hagan lo mismo para evitar que estas personas resentidas sigan con sus groserías y ofensas no solo a los protagonistas de la noticia sino a los demás lectores.
Espero se tenga en cuenta esta humilde opinión, chao C. A. B.
2 comments:
Carlos Alberto
Me alegra mucho que se haya decidido. Usted, con su talento y su experiencia, puede hacer un gran blog.
Asi se hace Carlos, duro contra quienes censuran a la prensa , duro a quienes creen que tienen la última palabra, duro a los -mesías- modernos que creen que la ciudad y el departamento nació con ellos, duro a esos masacradores sociales.
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