Monday, August 20, 2007

PANACHI

¡Solidaridad de la buena!

Un hombre que se dirigía a su trabajo en bicicleta y que solamente tenía $2.000 para un refrigerio; se detuvo el pasado viernes frente a la plazoleta cívica Luis Carlos Galán, Averiguo que era lo que pasaba y al enterarse que era la jornada de 12 horas de amor por los abuelitos de Bucaramanga no dudo en sacar el arrugado billete y depositarlo en una de las alcancías.

Así con donaciones generosas de empresas, personas solidarias, e incluso de niños, se logró recaudar una suma que ayudará a subsanar en algo las angustiosas necesidades de los siete ancianatos de la ciudad.

Hasta las 6 de la tarde en punto, hora en que terminaba la jornada; los abuelitos y los organizadores de la misma esperamos la vinculación de entidades como la Gobernación o la Alcaldía, sin embargo nunca llegaron.

Los que no faltaron fueron los políticos y especialmente los candidatos a la Alcaldía de Bucaramanga: Cristian Arguello con su reconocida elegancia, Fredy Anaya con la avanzada color verde, Luz Elena Mojica orgullosa de ser madre, Mauricio Mejía en la vía y Fernando Vargas acompañado de su escudero Néstor Castro. Todos entregaron sus donaciones en especie y en efectivo, como señal de compromiso, ojala cuando ganen se acuerden igual de los ancianitos. Los candidatos a la Gobernación no aparecieron.

Al final aunque la meta en dinero no se alcanzó, los abuelitos, los directivos de los ancianatos, de la Asociación Santandereana de Locutores, de la Corporación de Periodistas y Comunicadores Sociales de Santander, de las emisoras y todos los que participamos quedamos satisfechos al ver la solidaridad de tantas personas, que sin tener altos cargos llegaron a donar lo que estaba a su alcance.

Solidaridad de la buena!

Thursday, August 02, 2007

¿Quién irrespeta a Quíén?



El dolor del profesor Moncayo por el secuestro de su hijo hace ya casi 10 años, es tanto o más fuerte que el que hoy sufren cientos de familias a quienes la guerrilla o los paramalitares les han arrebatado a sus seres queridos. El profesor Moncayo se puso la meta de caminar desde Nariño hasta la plaza de Bolívar de Bogotá, para reclamar al gobierno un acuerdo humanitario y la cumplió; no importaron las dificultades que tuvo que sortear en el camino, porque por fin estaba frente a frente con el Presidente Uribe.

Hablaron un buen rato, según cuentan los medios nacionales de TV y subieron a la tarima que se ubicó en la plaza de Bolívar; allí había personas que protestaban contra el gobierno por que si, familiares de secuestrados, desaparecidos o asesinados apoyaban al profesor en la creación de una zona para intercambio humanitario; otros simplemente apoyaban a Uribe.

El Presidente como siempre presentó sus puntos de vista, las decisiones para la liberación de secuestrados y la entrega de los cadáveres de los diputados del Valle, fue radical en señalar que no se despejará ningún territorio e hizo dos propuestas; luego le dio la palabra al “Caminante de la paz”.

El humilde profesor habló libremente de lo que quiso, coincidimos en que tanto el gobierno como las fuerzas ilegales utilizan a los ciudadanos como una pelota que va para lado y lado y ninguno ofrece solución alguna. Pero lo que es inadmisible es que prácticamente el profesor ponga al Presidente como gran culpable del drama que viven las familias, como si él fuera quien los hubiera secuestrado.

Creo que fueron injustos con Uribe los señalamientos del profesor Moncayo, y más injustos y graves los gritos y las diversas formas de irrespeto que hicieron los asistentes al lugar; primero porque es una persona y segundo por al dignidad que ostenta. El Presidente abrió un espacio para debatir con argumentos y lo único que recibió fue insultos, y como si fuera poco el profesor lo dejó hablando solo al Presidente.

Creo que tanto el Presidente Uribe como el profesor Moncayo quieren lo mejor para el país y por supuesto para sus familiares, pero esto debe llevarse a cabo en el marco del respeto mutuo y la búsqueda concertada de soluciones.

Hoy el Presidente Uribe dio una lección más de coraje.

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