Este fin de semana en los informativos internacionales se dio la noticia que en San Petersburgo, alguna vez conocido como Leningrado en Rusia, hay toda una polémica porque se pretende construir un rascacielos de 77 pisos, el cual estará construido en acero y cristal y tendrá más 300 metros de altura.
La polémica está en que un grupo de ciudadanos se oponen a la construcción de la megaestructura, porque consideran que no estará de acuerdo a los estándares culturales e históricos de la ciudad que es actualmente catalogada como Patrimonio de la humanidad.
Esa situación se parece a lo que ocurre en Bucaramanga: el pasado 1 de agosto en su Editorial, Vanguardia Liberal anunció la posible destrucción de una joya arquitectónica e historia de Santander si se construía el viaducto de la novena, todos nos preguntamos ¿pero cuál Joya? , Y resulta ser que es el llamado Cementerio Particular, ubicado en la carrera 13 con la calle 45.
Muy, pero muy pocos se acordaban de este cementerio y mucho menos era visitado para analizar la historia, solo le aparecieron defensores apenas se anunció que se construiría el famoso viaducto.
Reconozco que no soy experto en historia, ni mucho menos erudito en el patrimonio arquitectónico, pero estoy seguro que hay que hacer la obra y dar paso al desarrollo vial de la ciudad. Si se puede hacer sin afectar el cementerio háganlo, porque los muertos de siglos pasados no vendrán a marchar para que no les muevan sus moradas.
En San Petersburgo, la obra cuesta 1.800 millones de dólares y se alzará entre las terrazas, puentes, catedrales y castillos que forman parte de la historia mundial. En Bucaramanga la obra vale cerca de 23 mil millones de pesos, y se alzará entre árboles, tumbas, borrachos y pitos de los carros.
Esta misma polémica, dicen los cables internacionales, se registró cuando se propuso la construcción de la torre Eiffel en Francia, y hoy es uno de los atractivos turísticos e históricos de la humanidad.
